Poemas de Pablo Neruda

ESCLAVA mía, témeme. Ámame. Esclava mía! Soy contigo el ocaso más vasto de mi cielo, y en él despunta mi alma como una estrella fría. Cuando de ti se alejan vuelven a mí mis pasos. Mi propio latigazo cae sobre mi vida. Eres lo que está dentro de mí y está lejano. Huyendo como un coro de nieblas perseguidas. Junto a mí, pero dónde? Lejos, lo que está lejos. Y lo que estando lejos bajo mis pies camina. El eco de la voz más allá del silencio. Y lo que en mi alma crece como el musgo en las ruinas. AMOR. Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte la leche de los senos como de un manantial, por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte en la risa de oro y la voz de cristal. Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal, porque tu ser pasara sin pena al lado mío y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-. Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría amarte, amarte como nadie supo jamás! Morir y todavía amarte más. Y todavía amarte más y más. SONETO